Enrique Fuentes Quintana ha sido uno de los economistas españoles más destacados del siglo XX. Su doble faceta de universitario y hombre público lo convirtió en una referencia, tanto para el mundo académico como para el conjunto de la sociedad española. En el mundo académico creó una importante escuela y sus investigaciones e incitaciones a la investigación marcaron una época. Para los ciudadanos españoles encarnó una imagen positiva del economista como símbolo de honestidad y competencia profesional. Su paso por la política fue fugaz paro aun así resultó decisivo para la consolidación de la democracia en España, al conseguir asentar la economía en medio de la profunda crisis de los años setenta.
1. Universitario. Una breve reseña de su formación debe comenzar por su temprano título de maestro nacional y las posteriores licenciaturas en Derecho y Economía con doctorado en ambos casos (1948 y 1956, respectivamente). Fue catedrático de Economía Política y Hacienda Pública en la Universidad de Valladolid (1956), de Hacienda Pública en la Universidad Complutense de Madrid (1958), y por último de Economía Aplicada en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (1978); en esta fue decano de su Facultad de Económicas y también profesor emérito .
Su vocación por la docencia fue continuada, así como muy alta su capacidad pedagógica, con una mezcla de orden y pasión que seducía al auditorio, tanto en sus clases como en las innumerables conferencias que impartió. Maestro de varias generaciones de economistas, creó además una importante escuela de catedráticos de Hacienda Pública, tras haber dirigido numerosas tesis doctorales y renovado los estudios de la disciplina. El doctorado honoris causa por la Universidad de Zaragoza en 1995 lo asumió como un compromiso y en años sucesivos prodigó sus visitas de trabajo y sus clases a diversas promociones.
Su actividad investigadora fue continuada durante varias décadas. Como fruto de la misma publicó gran cantidad de artículos en revistas académicas y abundantes libros. Su tema prioritario fue la economía española, aunque dedicó una atención particular a cuestiones concretas, como las fiscales y hacendísticas o la historia del pensamiento económico. En sus trabajos a menudo no se conformó con impulsar un mayor conocimiento de la economía española, sino que buscaba también alternativas racionales a los problemas, diagnosticados, impelido por su compromiso moral con la sociedad y su vocación reformista. La influencia de sus ideas y sus trabajos sobre los economistas españoles ha sido acaso la más decisiva desde la creación de las modernas Facultades de Económicas a partir de los años cuarenta. Entre sus libros destaca su Manual de Hacienda Pública, que tuvo numerosas ediciones, los nueve volúmenes de Economía y Economistas Españoles, libro colectivo dirigido por él, además de su discurso de investidura en Zaragoza editado por Prensas Universitarias de Zaragoza. Creó o dirigió numerosas e importantes revistas académicas, como Información Comercial Española, Hacienda Pública Española, Papeles de Economía Española, Cuadernos de Información Económica o Papeles y Memorias de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, entre otras. También fue impulsor de colecciones de libros como Clásicos del Pensamiento Económico Español, donde se reeditaron alguno de los mejores textos de economistas españoles de los últimos siglos con detallados estudios preliminares.
2. Espíritu público. No sólo fue un universitario distinguido sino que también tuvo gran vocación de servicio público, que ejerció durante varios decenios en puestos de la alta administración económica del Estado y, ocasionalmente, en algún cargo político. Técnico comercial del Estado desde 1951, dirigió el Servicio de Estudios del Ministerio de Comercio entre 1958 y 1970, el Instituto de Estudios Fiscales del Ministerio de Hacienda entre 1970 y 1976 y, desde 1978, la fundación Fondo para la Investigación Económica y Social de las Cajas de Ahorro Confederadas; de esta última fue presidente de honor a partir de 1995. Ejerció además durante veinticinco años como consejero del Banco de España, muchos de ellos como miembro de su Comisión Ejecutiva. En 1977 fue nombrado vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía, así como senador por designación real y desde 1990 fue consejero nato del Consejo de Estado. Como vicepresidente fue el artífice de los Pactos de la Moncloa, el acuerdo entre los partidos políticos tras las primeras elecciones democráticas que enderezó el rumbo de la economía española, y permitió elaborar la Constitución de 1978 en un clima de consenso imprescindible para la consolidación de la democracia. Por otra parte, sus preocupaciones continuas en esta faceta pública conforman un verdadero programa reformista e incluyeron conseguir una economía española abierta (de ahí su apoyo intelectual al Plan de Estabilización y a la integración europea), una hacienda pública suficiente, equilibrada y más justa (fue el impulsor de la reforma fiscal de 1977), la estabilidad monetaria (a la que sirvió en los Pactos de la Moncloa y el Banco de España), la flexibilidad de los mercados y un esfuerzo permanente de modernización a través del constante reconocimiento del valor de la educación, la investigación y el desarrollo tecnológico. Su ideario lo acercaba a los grandes ilustrados y reformistas de la España contemporánea.
3. Reconocimiento. Académico de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas en la medalla número once desde 1975, fue presidente de la misma desde 1990 hasta su fallecimiento. Recibió entre otros el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales (1989), el Premio de Economía de Castilla y León Infanta Cristina (1995) y el Premio Rey Juan Carlos I de Economía (1998). Fue investido doctor honoris causa, aparte de por la Universidad de Zaragoza, por las Universidades de Valladolid, Oviedo, Sevilla, Castilla la Mancha, Santiago de Compostela, Alcalá de Henares y Alicante
José Mª Serrano Sanz