El profesor Scott nace el 17 de diciembre de 1922 en Edmonton, ciudad situada en la región de Alberta, una zona que según me contaba él mismo hace unos años en una de sus visitas a España, es muy parecida topográficamente hablando a la comarca de Borja, grandes llanos con colinas más bien suaves y donde las pizarras bituminosas han sido siempre una potencial fuente de energía. Es quizá este hecho el que dirige sus pasos hacia los estudios de Ingeniería Química, donde, como escribe A.S. Michaelis, “Los objetivos no son sólo la verdad y el conocimiento de por sí, sino también las consecuencias prácticas y útiles de su aplicación”.
En 1944 se graduó en Ingeniería Química por la Universidad de Alberta. Sus primeros pasos profesionales los inicia en el sector del petróleo y de la biología aplicada, en concreto en el campo de la fermentación. Posteriormente, se orienta hacia el mundo académico y de investigación, en el campo de la Ingeniería Química, donde ha transcurrido su vida profesional.
Desarrolló su tesis doctoral en la Universidad de Illinois; en 1949 pasó a ser profesor en la Universidad de British Columbia. En 1964 se incorpora a la Universidad de Waterloo, y es aquí donde ha realizado la mayor parte de su actividad profesional.
¿Cómo se puede definir esta actividad? He elegido unas cuantas palabras que estimo y pueden ayudar a comprender su perfil profesional y humano.
La primera palabra es completa. Se puede considerar que su actividad es completa porque cubre todos los aspectos que pueden corresponder a un profesor universitario: docencia, investigación, gestión y extensión universitaria.
Posee una amplia experiencia docente en todos o casi todos los aspectos de la Ingeniería Química. En reconocimiento a su infatigable labor docente, recibió en 1992 el Honorary Degree de la Ryderson University.
Por lo que se refiere a investigación, ha trabajado en aspectos clásicos de la Ingeniería Química como transferencia de materia, sistemas de flujo gas-líquido y diseño de reactores multifásicos, donde algunos de sus conocimientos, publicados en artículos científicos, son referencia clásica y gratamente obligada.
Este reconocimiento científico ha quedado también patente en diversos premios, como el Chemical Engineering Best Publication Prize, que recibió en 1988.
Es de destacar la labor investigadora desarrollada en los campos del aprovechamiento energético de materiales fósiles, tratamiento de residuos industriales y, sobre todo, en el de la obtención de productos valiosos a partir de la biomasa. En esta faceta ha desarrollado tecnología propia que ha permitido obtener productos con aplicaciones muy variadas.
El tercer aspecto al que quisiera referirme es el de la gestión universitaria.
Ya en 1964 le fue encomendada la tarea de diseñar y poner en marcha la Facultad de Ingeniería y en particular los estudios de Ingeniería Química. Como dijo uno de sus discípulos, el profesor Smith, de la Universidad de Toronto, durante el acto de entrega al Dr. Scott del Premio R.S. Jane Lecturer, “la Ingeniería Química en Canadá no se puede entender sin la Universidad de Waterloo y, por ende, sin la persona del Dr. Scott”.
En dicha Universidad ha desempeñado los cargos de decano de la Facultad de Ingeniería, vicedecano de Estudios y director del Departamento de Ingeniería Química.
El cuarto aspecto es el que se refiere a las relaciones con la sociedad, a ese “salir de la Universidad”. Además de la propia relación de su actividad académica, a nivel profesional ha sido consultor de importantes empresas, entre las que se pueden citar Shell International, PetroCanada, Ltd., Unión Fenosa y centros de investigación de todo el mundo. Ha sido vicepresidente y presidente de la Canadian Society of Chemical Engineering y miembro de numerosos paneles para la gestión de la investigación en diversos países.
La segunda definición de su actividad puede resumirse con la palabra emprendedor, o lo que es lo mismo, pionero y con visión de futuro.
Estamos hablando de una persona que en 1979 (hace 24 años) publicó un libro titulado The Technical Entrepeneur sobre el tema ahora tan socorrido de los emprendedores.
No solo escribió el libro sino que lo llevó a la práctica creando una empresa de tipo spin-off académica, Resources Transform International Ltd., alguno de cuyos miembros nos honran hoy con su presencia. Pero esta situación no nos ha de extrañar. Déjenme darles una cifra que prácticamente acabo de conocer: la Universidad de Waterloo general el 22 % de todas las empresas spin-off que parten de las 84 universidades canadienses.
Hace aproximadamente veinticinco años comenzó a trabajar en temas que ahora tienen gran interés y están en la mente de todos, como pueden ser la valorización de residuos y la obtención de hidrógeno a partir de fuentes renovables de energía como la biomasa.
Con un equipo de trabajo reducido, multidisciplinar y multicultural desarrolló nuevos procesos, entre los que cabe destacar el WFPP, Waterloo Fast Pyrolysis Process.
Su inquietud le lleva a introducir un cambio de escala en su investigación, y así, en 1990, de la mano de la empresa española Unión Fenosa diseña, construye y pone en funcionamiento la primera planta en el mundo para la producción de aceites de pirolisis procedentes del eucalipto, con fines energéticos y fuente de productos de alto valor añadido que abarcan una amplia gama de aplicaciones. Dichas aplicaciones afectan desde la industria farmacéutica, donde levoglusosan y levoglucosenona son base sintética de medicamentos como los tromboxanos, hasta la industria de la alimentación, con el hidroxiacetaldehído, pasando por los fertilizantes de lenta migración.
Finalmente, no quiero olvidarme de su faceta humana. Esta cualidad humana ha hecho que siempre haya estado dispuesto a ayudar, tanto para impartir la lección inaugural del III Simposio Internacional sobre Fluidización y Sistemas Fluido-Partícula, que organizó la Universidad de Zaragoza con el CSIC, como para impartir cursos en universidades de países en desarrollo como Cuba, Jamaica, Brasil…
La materialización de este hecho es que durante la última década, el grupo de investigación en procesos termoquímicos de la Universidad de Zaragoza ha estado trabajando con instalaciones de tecnología cedida por el grupo del Dr. Scott. Sirvan estas palabras para expresar nuestro profundo y sincero agradecimiento.
Su apertura al conocimiento, a la universalidad de la ciencia, queda de manifiesto en el hecho de que en 1991, cuando me incorporé a su pequeño laboratorio, me encontré con un grupo donde estábamos personas de nueve nacionalidades distintas, que podíamos hablar en siete idiomas. Siempre recordaré con cierto sonrojo mi primera entrevista, donde casi avergonzado le pedí disculpas por no hablar un correcto inglés, y él con serenidad me respondió “peor es mi situación, yo no hablo español”. Quiero con esto recalcar que el laboratorio de investigación en la Universidad de Waterloo ha sido un lugar de encuentro y formación indiscutible para estudiantes de doctorado y posdoctorales de todo el mundo y donde, como alguno de los asistentes a este acto puede corroborar, el conocimiento de la ciencia y de la técnica no era patrimonio de nadie. Como tampoco lo era jugar al golf los viernes a última hora de la mañana. Es verdad. Permítanme la licencia de descubrir las pasiones del profesor Scott, el golf y la jardinería: ambas dos invitan al pensamiento sosegado y a la serenidad, aspectos que creo definen su personalidad. Como reza el escudo de la Universidad de Waterloo, Concordia cum Veritate.
Por último, deseo referirme a tres personas, sin las cuales es difícil entender parte de la labor realizada por el Dr. Scott: se trata del Dr. Desmond Radlein y de los ingenieros Jan Piskorz y Piotr Majerski.
Por todo lo que acabo de decir y por muchas otras cosas que tanto la limitación de tiempo como la innata modestia del nuevo doctorando me hacen omitir, es por lo que cuando se pensó en él para su investidura como doctor honoris causa por la Universidad de Zaragoza, fue unánime el apoyo de todos mis colegas del Departamento de Ingeniería Química y Tecnologías del Medio Ambiente y del Centro Politécnico Superior. La Universidad de Zaragoza se siente muy honrada en que haya aceptado su incorporación al Claustro, ya que esto nos enriquece tanto por su sabiduría como por su humanidad.
Jesús Arauzo Pérez