El honor se tributa a una persona como prueba del bien que hay en ella
Tomás de Aquino
15/03/1994

Carlos Saura Atarés

Carlos Saura Atarés
Fecha acuerdo: 
16/07/1993
Rector: 
Juan José Badiola Díez
Padrinos: 

Agustín Sánchez Vidal, Esteban Sarasa Sánchez

Semblanza: 

Carlos Saura Atarés nace en Huesca en 1932. Su madre es una consumada pianista cuya afición a la música marcará de modo decisivo la sensibilidad del futuro cineasta. En cuanto a su padre, trabaja en el Ministerio de Hacienda, y sus destinos sucesivos serán los de la familia, con traslados a Madrid, Barcelona y Valencia. Estos últimos tienen lugar durante la guerra civil, dejando una profunda huella en los recuerdos y filmografía de Saura.

En 1939 vuelve a Huesca, en donde permanece hasta 1941, cuando se instala de modo definitivo en Madrid. Allí empieza a practicar la fotografía, integrándose poco después en el grupo vanguardista Tendencias, que componen -entre otros- su hermano Antonio y Santiago Lagunas.

Su trabajo como fotógrafo oficial en los Festivales de Música de Granada y Santander le familiariza con el género musical que abordará a partir de los años ochenta. Será, además, su trampolín hacia el cine, tras abandonar durante el curso 1952-53 los estudios de Ingeniería Industrial e ingresar en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas, donde se diploma en 1957 en la especialidad de Dirección.

Su modo de entender este medio de expresión se orienta definitivamente al entrar en contacto con Luis Buñuel, a partir del visionado de Las Hurdes y de los Encuentros de Cine Hispánico de Montpellier, en 1958. De ese modo se establece una continuidad cultural que Saura ha subrayado, al escribir: "Buñuel es aragonés, como Goya, como Miguel Servet, y sigue la herencia del anarquismo de esta región, pródiga en hombres de independiente criterio, luchadores, nunca acordes con el momento en que viven".

A partir de ahí, su primer largometraje, Los golfos (1959), no sólo permite adivinar una voz personal, sino que rompe con las tendencias neorrealistas predominantes para internarse en el terreno de las nuevas olas que se difundirán por toda Europa durante la década de los sesenta.

Tras la coproducción internacional de ambiente goyesco Llanto por un bandido, su siguiente película, La caza (1965), le supuso el primer espaldarazo internacional, al recibir el Oso de Plata en el Festival de Berlín, por un jurado que presidía Pier Paolo Pasolini. Marca también el inicio de su colaboración con el productor Elías Querejeta, con el que filmará una docena de películas en las que se va configurando un mundo propio muy reconocible en temática, técnica y estilo. Para ello, trabaja con un equipo relativamente estable, entre cuyos componentes deben citarse al guionista Rafael Azcona, los operadores Luis Cuadrado y Teo Escamilla, el montador Pablo del Amo y, sobre todo, la actriz Geraldine Chaplin, que entre 1967 y 1980 será su compañera y la protagonista de ocho de sus películas.

En sus siguientes cintas, Peppermint frappé (1967), Stress es tres tres (1968), La madriguera (1969) y El jardín de las delicias (1970)se abandona el realismo más inmediato y externo para proceder a nuevas búsquedas formales, mediante las cuales llevar a cabo la radiografía estructural de un país en plena mutación desde el subdesarrollo hacia el semidesarrollo. Hasta llegar a La prima Angélica (1973), la primera película nacional en la que se presenta la guerra civil desde el punto de vista de los vencidos. El aval del Festival de Cannes, que le otorga el Premio Especial del Jurado, le permitió una carrera comercial no exenta de atentados y sobresaltos.

Su filmografía empezará a cambiar de nuevo a partir de 1975. Por un lado, al producirse ese año la muerte de Franco. Por otro, porque su película Cría cuervos lo introduce en el difícil mercado estadounidense y le permite rodar con gran libertad su obra más compleja y personal, Elisa, vida mía (1976),en la que comienza a distanciarse del tono directamente político para explorar un registro más intimista.

De hecho, Mamá cumple cien años (1979), Deprisa, deprisa (1980) y Dulces horas (1981) abren un proceso de reescritura de su cine, coincidiendo con el quiebro biográfico marcado por su ruptura con Geraldine Chaplin y el profesional que implica su dedicación al musical tras Bodas de sangre (1981), y que se irá ampliando en años sucesivos con películas como Carmen (1983), El amor brujo (1986), Sevillanas (1992), Flamenco (1995), Tango (1995)o Iberia (2005),hasta rematar de momento en su proyecto sobre el fado portugués.

Además, aumenta la carga cultural que vincula su obra con la tradición española. A partir de esa conexión, revisa algunos de sus mitos fundacionales, sin esquivar los episodios más conflictivos de nuestra historia, como El Dorado (1987), donde se inicia la colaboración con el productor Andrés Vicente Gómez, que continuaría con La noche oscura (1988), ¡Ay Carmela! (1989), El Sur (1991) Goya en Burdeos (1999) o El séptimo día (2004). Y continúa en 2007 con Io, Don Giovanni.Pero también otras producciones independientes como Buñuel y la mesa del Rey Salomón (2001)

Autor de 36 largometrajes, éstos han merecido repetidamente los más importantes premios que se otorgan en el mundo, con excepción del Oscar, al que han estado nominadas sus películas Mamá cumple cien años y Carmen. En efecto, La caza y Peppermint frappé recibieron el Oso de Plata en el Festival de Berlín; La prima Angélica y Cría cuervos el Premio Especial del Jurado en Cannes; Elisa, vida mía el Gran Premio Especial de Interpretación en Cannes; Carmen el premio a la mejor contribución artística en Cannes; Deprisa, deprisa el Oso de Oro en Berlín; a los que hay que añadir numerosos galardones en otros certámenes como los de Nueva York, Montreal, Río de Janeiro, El Cairo, Shanghái...

Entre los homenajes que se le han rendido, cabría destacar el organizado por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood en 1986 y su homóloga europea, que le nombró Maestro del Cine Europeo en 1992 y le rindió tributo en 2005. Ese es el contexto en el que se inscribe el doctorado honoris causa de la Universidad de Zaragoza, que en el momento de serle concedido sólo contaba con un precedente cinematográfico, el otorgado en 1983 a Luis Buñuel.

Autor semblanza: 

Agustín Sánchez Vidal