Fidel Corcuera Manso, Julián Muela Ezquerra
Llegó un mes de septiembre de 1973, en plena crisis del petróleo, para inaugurar el curso el día 1 de octubre. Tenía pocos años, pero ya traía consigo tres licenciaturas (Filología románica, Filología inglesa y Filología francesa, con premio extraordinario de licenciatura y con un premio nacional de licenciatura), dos doctorados (en Filología románica, con una tesis sobre las perífrasis verbales en español del siglo XV, premio de doctorado, y en Filología francesa, con una tesis sobre Rutebeuf, goliardo y syntaxier). Y con una corta pero intensa experiencia docente previa: catedrática de Instituto Nacional de Bachillerato, y PNN en la Universidad Complutense, en esa época de los años setenta en que se denominaba así a una mayoría de profesores universitarios, llamándoles, en un claro ejemplo de paradoja y contrasentido nominalista, más por lo que no eran que por lo que eran: profesores no numerarios. Afortunadamente para nosotros, sin abandonar otros campos, la afición de Alicia Yllera se dirigió prioritariamente hacia lo francés. Parece ser que en ello la Universidad de Zaragoza –según ella misma confiesa- tuvo algo que ver.
Llegó a nuestra universidad, como un soplo de aire joven y dinámico, para hacerse cargo, de manera interina, de la cátedra que dejaba vacante Paco Hernández –no hay forma de llamarle Francisco- tras su marcha a la Universidad de Valladolid. Desde un principio no pudo pasar desapercibida. Como PNN que seguía siendo, desarrolló una actividad de compromiso académico –fue directora del Departamento de Lengua y Literatura Francesas y vicedecana de la Facultad de Filosofía y Letras- y también de compromiso político, anunciando ya una gran maestría en la combinación de una ortodoxia rigurosa en su quehacer científico y académico con una heterodoxia en todas aquellas parcelas de la vida que se prestaban a ello. Nuestra Facultad de Filosofía y Letras, y también Casa Emilio de Zaragoza, fueron testigos privilegiados de todo ello. Estrenó en nuestra universidad su primera cátedra, tras hacer viaje de ida y vuelta a la Universidad de Valencia. Era entonces la catedrática más joven de España. Luego lo sería de Sevilla y finalmente de la UNED.
La producción científica de Alicia Yllera constituye referencia imprescindible, tanto nacional como internacional, en el ámbito de los estudios franceses, aunque su autoridad se vincula a una competencia científica que desborda el campo de la filología francesa y se introduce en los de la filología románica, la filología hispánica, la lingüística general y la teoría de la literatura, con una erudición fuera de lo común. Ha publicado una amplia veintena de libros. De ellos, alguno ha superado las veinte ediciones, y alguno ha sido traducido a otras lenguas. Ha redactado más de un centenar de capítulos de libro y artículos científicos en revistas y publicaciones nacionales y extranjeras de prestigio internacional, utilizando como lenguas el español, el francés y el inglés. Ha contrastado así mismo sus trabajos y su investigación con conferencias y ponencias en medio centenar de encuentros científicos. Por ello, no es fácil ser exhaustivo en el corto espacio que nos corresponde.
En 1971 publica su Estudio sobre perífrasis verbales en el español del siglo XV, germen de un estudio más amplio referido a toda la época medieval que le valió la atribución del Premio Rivadeneira de la Real Academia Española (1974), y dio lugar a la Sintaxis histórica del verbo español. Las perífrasis medievales (1980), importante obra de referencia para el estudio del español bajomedieval.
En 1974 publica, con Jesús Cantera, sus Esquemas de Fonética histórica francesa, a los que siguieron los Esquemas de Gramática histórica francesa (1975). Era la primera vez que desde España se abordaba seriamente la elaboración de una herramienta útil para iniciarse en el estudio diacrónico de la lengua francesa. Ese año fecundo de 1974 vio también la luz su Estilística, poética y semiótica literaria, que ha conocido no menos de tres ediciones con abundantes reimpresiones y la traducción a otras lenguas.
Por un particular afecto y valoración, y porque se trata de una maravillosa historia, citaré su Tristán e Iseo, espléndida recreación en lengua castellana, a la vez que estudio meticuloso de la leyenda artúrica. La combinación del mimo y cuidado con que está tratada la obra, con la erudición exhaustiva propia del científico y del académico, han posibilitado la existencia de hasta veinte ediciones, desde la primera de 1978, lo que nos produce una gran satisfacción y una sana envidia.
Cuando todavía no se hablaba en España de literatura de mujeres, Alicia Yllera estudia a María de Zayas –que, por cierto, también residió en Zaragoza- y realiza en 1983 la edición crítica, muy cuidada y erudita, de sus Desengaños amorosos. Me consta el particular afecto que ella siente por este importante trabajo.
Algunas otras obras de referencia actual en el ámbito de la filología francesa lo constituyen su Fonética y Fonología francesas (1991 y ediciones posteriores); su Teoría de la literatura francesa (1996); La Literatura del Renacimiento y del Barroco en Francia (2007), en colaboración con el Cl. Benoit. Y también la traducción y estudio de Gargantua y Pantagruel, de Rabelais, iniciada en 1999 y parece que no lejos de culminar tras la reciente publicación, a principios de este mismo año de 2011, de la traducción y estudio del Cuarto libro de Pantagruel.
Alicia Yllera ha contribuido también de manera importante a introducir en España obras de referencia internacional en el ámbito de la lingüística. Muestra de ello, entre otras, son la dirección de la traducción del Diccionario de lingüística de J. Dubois, en versión de I. Ortega y de A. Domínguez, que ha conocido varias ediciones, o la versión al español de la Gramática funcional de A. Martinet, en la que nosotros mismos tuvimos el privilegio de colaborar.
La intensa, estrecha y constante relación de Alicia Yllera con la Universidad de Zaragoza, de cuyo claustro formó parte, ha dejado una muy fecunda huella, académica, científica y humana, labrada desde un magisterio ejemplar, profundamente generoso y desprendido.
Ha sido la directora de las tesis doctorales de los dos actuales catedráticos de Filología francesa de nuestra universidad –que nos honramos mucho siendo sus padrinos- y de cinco de sus profesores titulares, consiguiendo así unos efectos científicos multiplicadores que se han manifestado en la posterior actividad de sus discípulos, que siempre han querido contar con su tutela y magisterio, ejercido de manera directa o indirecta, y con los cuales ha seguido colaborando. La profesora Yllera ha estado presente en todos los acontecimientos académicos y científicos relacionados con la actividad de nuestro Departamento de Filología Francesa: tribunales de tesis doctorales, encuentros científicos, seminarios, concursos…, prestando siempre una colaboración eficaz y desinteresada. Todos los profesores de nuestro Departamento le somos deudores. No es exagerado afirmar, lo que supone un motivo particular de orgullo, que la conformación y actividad de este Departamento no habría sido la misma si la profesora Yllera no hubiera estado en la base casi inicial de su desarrollo. Por ello, mi voz es la voz de todos ellos, y mi discurso, aunque seguramente torpe, es también el de todos ellos.
Otros muchos doctores dirigidos sabiamente por la profesora Yllera, algunos de los cuales nos acompañan en este acto solemne, son igualmente testigos de su autoridad en la dirección y en la orientación, de su extensa sabiduría, de su capacidad de trabajo y –lo que es tan importante- de su generosidad alejada de todo lazo de servidumbre.
Durante el presente curso 2010-2011 se ha iniciado un nuevo ciclo para los estudios franceses en la Universidad de Zaragoza con la implantación del nuevo grado en Lenguas Modernas, en el que la lengua francesa es la lengua major. Ello supone la culminación de un periodo académico de algo más de cuarenta años, durante el cual se han sucedido diversos planes de estudios de títulos que han conocido distintas denominaciones, con el denominador conceptual común de la filología francesa, y con Alicia Yllera como figura constante en nuestro Departamento. La profesora Yllera dirigió en su momento la elaboración y puesta en marcha de un plan de estudios modernizado de Filología francesa a finales de años setenta, sobre el que se han basado los estudios posteriores cuyo ciclo ahora termina para renacer bajo esa nueva apariencia del grado en Lenguas Modernas.
Estos días celebramos en la Universidad de Zaragoza el XX Coloquio de la Asociación de Profesores de Francés de la Universidad Española (APFUE), que centra su contenido en el estado actual y en las perspectivas abiertas en la investigación en el ámbito de la filología francesa. Este Coloquio constituye también la culminación de un extenso y productivo ciclo de veinte años, que se inició precisamente en la UNED, en 1992, con el I Coloquio sobre los Estudios Franceses en España, durante el cual Alicia Yllera fue elegida para ejercer la primera presidencia de la Asociación. Ella ocupa también la presidencia de honor de este XX Coloquio. Es una espléndida ocasión para compartir con tantos colegas de tantas universidades y centros de investigación, nacionales y extranjeros, cuya presencia agradecemos, el gozo que sentimos en el Departamento de Filología Francesa de la Universidad de Zaragoza por poder mostrar a Alicia Yllera que la consideramos como una de las figuras destacadas de la historia de nuestra universidad.
Por ello, con todas las voces a favor, el Departamento de Filología Francesa de la Universidad de Zaragoza, ha querido honrar el magisterio y la actividad científica de la profesora Alicia Yllera Fernández proponiendo su nombramiento como doctora honoris causa por la Universidad de Zaragoza. Propuesta aprobada también por unanimidad por la Comisión de Doctorado y refrendada posteriormente por el Consejo de Gobierno de la Universidad de Zaragoza.
La Universidad de Zaragoza se honra así en acoger de nuevo en su claustro, entre sus miembros más preciados, a quien ya fue miembro de él hace más de tres décadas. Quienes somos sus discípulos nos honramos también con ello.
“Science sans conscience nést que ruine de lâme”, escribía François Rabelais (Pantagruel, ch. VIII). Science y conscience han sido y son dos constantes en el quehacer de Alicia Yllera, doctora honoris causa de nuestra universidad.
Fidel Corcuera Manso